martes, 5 de abril de 2011

Cuando era pequeña, era capaz de volverme invisible.

Me tapaba la cara con las manos y desaparecía. Era facilísimo y me encantaba. A través de una pequeña rendija que dejaba podía ver todo lo que pasaba a mi alrededor sin que nadie notara que yo estaba allí.



Ahora, hay veces en las que daría lo que fuera por poder seguir haciendo lo mismo. Como anoche.

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