martes, 31 de diciembre de 2013

H(n)acer

Que todo tiempo pasado fue mejor, o eso es lo que estamos acostumbrados a repetirnos una y otra vez, aunque la realidad es bien distinta y es que todo lo que nos rodea se encuentra en continuo cambio.
El cambio es permanente.
Todo se transforma.
Morimos y renacemos.
Y tal día como hoy, cerramos los ojos, juntamos los pies y nos asomamos al borde del precipicio del nuevo año, tal vez, (sólo tal vez) es hora de hacer balance.

Que tus labios están tan lejos como aquellas carreteras secundarias que recorrimos un verano.
Que tu mirada quedó tan ciega como el que no quiere ver más allá de dos palmos de su nariz.
Que tus palabras quedaron tan vacías como lo está mi vaso a las tantas de la madrugada.

Mis fantasmas te pueden resucitar, pero mi colección de angelitos negros me recuerda que tenemos lo que merecemos.

sábado, 7 de septiembre de 2013

Toma 4.

Podríamos hacer el verano un poco más largo,
seguir engañándonos, pensándonos que aún queda tiempo para algo,
como si fuera suficiente gasolina para todo un invierno
repostando antes de alzar el vuelo
o volando antes de que nos corten las alas.
Podríamos seguir así durante otro rato,
como siempre y como nunca antes,
haciéndonos a nuestras maneras.
Porque lo más tonto que hicimos por amor,
fue no hacerlo.

miércoles, 14 de agosto de 2013

Los días ya no son tan raros

Y es que destrozarme el corazón no fue la mejor opción, pero no puedo darle todo a quien no quiera.
Así que te dejo mi recuerdo en la frontera y me voy por donde vine con lo poco que tengo y con mi voz.

lunes, 24 de junio de 2013

Para B.

Supongo que el problema empieza
en que no te conozco tanto como
para saber interpretar tus señales.
Compartimos besos pero no vida.
Y eso hace que no encajemos en
este puzzle de medidas imperfectas.
Nos lanzamos como profesionales
a la pista de baile a deslizarnos por
un suelo escurridizo y confundimos
cada tropiezo con un fracaso cuando
en realidad, lo único que hacíamos era
aprender(nos) a bailar.
Nos acostumbramos a soñar desnudos
y olvidamos arropar el corazón.
Y un día se constipó.
Y cuando llegó la enfermedad
se acabaron los milagros, y los besos
no curaban sino que nos agrietaban
los labios.
Pero seguíamos pidiendo más,
como noveles que no saben leer las
señales de stop.
Y ahora, a mis tardes integrales
no acompañan tus desnudos.
Parece ser, que al final, nos contagiamos
de todas las despedidas que observamos
en los aeropuertos, y cogimos
el primer vuelo que viajaba
hacia atrás.
Hasta el pasado anterior a conocernos
y vestimos de olvido nuestro cuento
como si nunca hubiéramos existido,
juntos.
Pero hay una cosa que ni el tiempo
ni la ausencia pueden comprender y, es,
la intangibilidad de nuestra historia.
Que a pesar de todo, y de todos,
siempre seremos el siempre
que un día fuimos.

lunes, 17 de junio de 2013

Corazón cobarde.

"La felicidad no existe.
existe ser feliz cada día".
Albert  Espinosa


El cosquilleo de la felicidad es una alarma de incendio, 
que me prepara para sacar los dientes, cuando tratan 
de dibujarme la sonrisa.

Tengo un ejército de miedos anidando en las cosquillas. 
No me las busques, que lo despiertas.

Tantas veces he confundido la adrenalina de la caída libre 
con la libertad que ya no sé si vivo a base de vértigo o 
de soledad. O ambos.

Las caídas se llevan mejor cuando hay una mano esperando 
en la pista de aterrizaje con todo el equipo de primeros auxilios para curarnos las heridas. Pero la hostia, lo siento, es la misma.

No nos engañemos, podemos vivir solos, pero no queremos.

Queremos amortiguadores para cuando fallen las alas, 
pero primero, nos falta el cielo. Que inocente es el amor 
cuando es mentira.

Y que cobarde.

Como yo. Que he caído en el equívoco de evitar la calma 
que ofrece tu espalda y me he acomodado en el error, 
haciendo de él mi lado del sofá, cogiendo polvo en el 
olvido de todo lo que aún tiene que llegar.

Perder antes de ganar por miedo a perderlo después. 
Y perder en ello la oportunidad de ser feliz.

Cada día.

Sin cosquillas.

Dejemos de crear monstruos en pasillos que no llevan a ninguna parte, y empezamos a ser felices, ¿No?

lunes, 11 de marzo de 2013

Abriré en canal mi pecho para ti, coge mi corazón y hazlo latir.

Te acercaste la mano al corazón y vi como te alejabas por la acera. Permanecí inmóvil esperando que volvieras como siempre lo has hecho, a rescatarme. A susurrarme al oído pequeñita y a darme un abrazo eterno. Pero no sucedió. Te escapabas para siempre y no corrí detrás de ti. Lo hice una vez y me arrepiento de no haberlo hecho una segunda, tercera o cuarta ocasión.

Me dejé la vida, en aquella calle con luces de colores que tantas veces habíamos paseado cogidos de la mano. Yo, todavía permanezco allí.

Esperándote. Mirando en la dirección por la que te marchaste.


"... no hay finales felices, todo lo que se acaba es triste, y este cuento se acabó..."


Supongo que de pequeño, habrás sentido esa sensación típica de hormigueo en el estómago. A mi me pasaba la noche de Reyes o cuando iba a cumplir años.
No sientes lo mismo el día que te examinas del carnet de conducir, o cuando te gradúas, o cuando das un discurso delante de una clase abarrotada.

Porque, exacto, sólo pasa en los días especiales.

Especiales son, las doscientas treinta y tres mariposas que han sacudido mis entrañas desde hace doscientos treinta y tres días. Se han ido acumulando. Han revoloteado desde la punta de los dedos de los pies hasta mis pestañas. Que me han hecho sentir viva.

"Así que si hoy amaneces, y los pies te están doliendo... es porque estuviste toda la noche caminando por mis sueños"


Mi mundo, ese que yo creía tan sólido y fuerte. Que ni la piedra más dura del mundo podía rayar, se ha desmoronado como si fuera un castillo de naipes. Frágil y volátil. Ya ves. Toda una proeza la mía.
Recuerda siempre que si algo es cierto es que te quiero un mundo entero, con su belleza y su fealdad.



TE DECLARO UNA GUERRA DE AMOR.



Preparados... Listos... Ya...

domingo, 3 de marzo de 2013

Cristales de colores para las nuevas gafas de ver

Hay que mirar con ojos de niño y pedir la luna

Pedir la luna y creer que nos la pueden poner en las manos

Poner las manos y esperar

Esperar a que llegue la luna y con ella...

Tú.

domingo, 27 de enero de 2013

Sin-vivir.

Fuiste un corazón mal arropado en el seno de la revolución de los ideales marchitos. Fuiste un invierno mal curado en la guerra de los sueños vacíos. Fuiste, y seguirás siendo un lobo solitario,descalzo, andando por encima del cementerio de silencios que aúllan tus mañanas, y sin sangrar. Como el aire en llamas que retuerce tus entrañas cuando el pasado llega sin avisar,
y a ti te toca dormir en el sofá.
Cuelgas en tu puerta el cartel "llamar antes de NO entrar". Y te quedas con los brazos cruzados, avisas, pero no adviertes del peligro de derrumbe que abrazan tus abrazos.

"Prohibido entrar a quién busque algo más que placer".

Siempre es mejor prevenir que curar, aunque bien, de tanto perder perdiste hasta el miedo a perder. Así que ya no sé, si vas de frente y arriesgando, o cerrando puertas y esperando a que llegue un milagro, o más bien esperando el milagro de creer en ellos. Fe. Un brillo, quizás, que engrase los engranajes de esta maquinaria que corre el riesgo de quedar oxidada. Como tus ideales. Como tus sueños. Como tus silencios.

Algunas personas luchan para ganar, otras para sobrevivir, al día a día, que es el peor de los pecados, la rutina de un corazón que roza la veintena y que apenas sabe de nada, y que apenas puede decir que sabe poco. 

"Gánate el derecho a pedir perdón".

Me gustaría decir que hablo de ti, pero a lo mejor debería cerrar los ojos y mirar para dentro a ver si encuentro mi sin-vivir en lo que escribo, cuando no estás, te invento, y al segundo dejas de existir.