jueves, 24 de julio de 2014

Regalos y fuego

Hoy, he(mos) recibido un regalo. Una sorpresa. Y he tenido la misma sensación que cuando llueve una noche cualquiera de verano y vas sin paraguas y sin chaqueta para cubrirte los hombros, pero te detienes en seco y aprietas los ojos y miras hacia el cielo y disfrutas.

Ahí va:

"Inmundicia es la primera palabra del cuento que habitamos, del escenario dónde nos hicimos coincidir. Hoy puedo permitirme decir que sois una Isla, o más bien, un Oasis en la penumbra de la realidad. 
Quedan luces.
Gracias por recordarme día a día que son infinitas las chispas, que pueden llegar a ser llamas, que pueden llegar a ser hogueras, que pueden prenderlo todo y así darnos la oportunidad de volver a empezar"


Gracias, de corazón.

martes, 28 de enero de 2014

Segundo asalto

Dónde diablos estés. Por fin, me atreví a resumir aquel casi año. 

Cuando queríamos romper ventanas... y lo hacíamos. 

Dónde diablos estés. Si lo lees, no te lo tomes a mal. 

Todo está pasado por el filtro del tiempo y mi imaginación tramposa. Si te preguntas "¿Se ha atrevido a hablar de los dos?" observa la cifra y considérate contestado. No incluyo nombres en ningún caso. Únicamente lo sabrás tú, que, en cierta manera, es lo que pretendía.

Una broma desde la distancia. 

2012. El año del supuesto fin del mundo... en cierta manera... sí... el fin de tí y de mí... algo definible como un pequeño mundo infranqueable para el resto. 

Y como extrañas plantas, crecíamos más cuando menos agua y luz existían a nuestro alrededor. 

¿Cómo podíamos pretender gustar al resto? Nos conocimos sin raíces, andamos un tiempo juntos, sin raíces... en algunos momentos tuve la sensación de que cada uno de nosotros arraigó en el otro. 

Pero, de cualquier manera, ya era demasiado tarde para nosotros. 

¿Cómo podían asentarse en la tierra dos seres tan volátiles?

Así que cada uno siguió el camino que le correspondía, y no hay más que decir.

Hoy iré tarde a dormir. Te informo. Me imagino que mañana te levantarás temprano. Yo no.