martes, 27 de enero de 2015

Jodido enero

El domingo mantuve la misma conversación con dos amigas diferentes, a diferentes horas y en diferentes lugares. Y, al llegar a casa algo se me removió por dentro. Era exactamente la misma sensación de la que me habían hablado ellas dos.

Hace unas semanas algo se me removió por dentro también, pero de una forma bien distinta. Fue algo gracioso y, además, yo iba borracha de ron y lentejuelas. Nos encontramos por casualidad. Me apeteció dejarme llevar. No dejarse llevar de "fueron felices y comieron perdices" pero sí que quería dejarme arrastrar por la corriente río abajo durante un tiempo. Estoy segura de que sabéis a qué me refiero. Pero, por arte de magia (o, tal vez, por culpa de unas anginas) pusiste una piedra inmensa en medio del agua que fluía y decidiste que yo "quería algo más" y ahí saltaron todas las alarmas y los miedos.Y lo que más me jode es que me sentí culpable de algo que no había generado o lo que es es peor, me sentí desorientada y desencantada.

El desencantamiento con la gente, sobre todo, hacia el sexo contrario. ¡Bravísimo, lo has conseguido! -pensé- y a la vez, miles de preguntas y reflexiones empezaron a hervir (a borbotones) en mi cabeza.

¿Por qué cuándo vosotros os dejáis arrastrar sois encantadores? Nos creemos que sois unos príncipes azules. Somos tontas. En realidad, vais disfrazados. Debajo de ese traje tan perfecto seguís siendo unos sapos. Y, queridos, lamento decirlo, pero no, todavía no ha llegado el carnaval.

En cambio, ¿por qué cuando nosotras nos dejamos llevar nos convertimos en unas pesadas que "queremos algo más serio"? Que yo sepa no llevo una etiqueta en la frente que diga que quiero casarme y tener hijos. Es más, no la llev(amos)o porque no queremos eso. Sí, también nos gusta el cachondeo, la picardía, jugar siendo mayores. Eso sí, si vamos a jugar, por favor que sea con las mismas reglas para ambos bandos.

Pero volviendo al tema principal... ¿Qué clase de valores tenemos ahora acerca de las relaciones? Es muy fácil hacer daño, desaparecer en el ciberespacio (y lo digo consecuentemente, que mi última relación se rompió a través de un misero whatsapp)

Vanalizamos toda relación sin darnos cuenta de que al otro lado del teléfono hay un corazón latiendo. Jugáis a piedra, papel o tijera y cuando veis que estamos a punto de machacar ese duro acero del que os creéis que estáis hechos, os esfumáis. Joder, no somos cenicientas ni son las doce, así que tranquilos, no tiene por qué desaparecer el hechizo. Aunque, al final la carroza de cristal se convierte en calabaza. Eso sí que sí.

Así que, ¿sabéis que os digo? que al carajo ya. Este finde me pongo mis shorts nuevos y el sujetador de ejecutiva putón. Y vosotras, amigas, también.

jueves, 24 de julio de 2014

Regalos y fuego

Hoy, he(mos) recibido un regalo. Una sorpresa. Y he tenido la misma sensación que cuando llueve una noche cualquiera de verano y vas sin paraguas y sin chaqueta para cubrirte los hombros, pero te detienes en seco y aprietas los ojos y miras hacia el cielo y disfrutas.

Ahí va:

"Inmundicia es la primera palabra del cuento que habitamos, del escenario dónde nos hicimos coincidir. Hoy puedo permitirme decir que sois una Isla, o más bien, un Oasis en la penumbra de la realidad. 
Quedan luces.
Gracias por recordarme día a día que son infinitas las chispas, que pueden llegar a ser llamas, que pueden llegar a ser hogueras, que pueden prenderlo todo y así darnos la oportunidad de volver a empezar"


Gracias, de corazón.

martes, 28 de enero de 2014

Segundo asalto

Dónde diablos estés. Por fin, me atreví a resumir aquel casi año. 

Cuando queríamos romper ventanas... y lo hacíamos. 

Dónde diablos estés. Si lo lees, no te lo tomes a mal. 

Todo está pasado por el filtro del tiempo y mi imaginación tramposa. Si te preguntas "¿Se ha atrevido a hablar de los dos?" observa la cifra y considérate contestado. No incluyo nombres en ningún caso. Únicamente lo sabrás tú, que, en cierta manera, es lo que pretendía.

Una broma desde la distancia. 

2012. El año del supuesto fin del mundo... en cierta manera... sí... el fin de tí y de mí... algo definible como un pequeño mundo infranqueable para el resto. 

Y como extrañas plantas, crecíamos más cuando menos agua y luz existían a nuestro alrededor. 

¿Cómo podíamos pretender gustar al resto? Nos conocimos sin raíces, andamos un tiempo juntos, sin raíces... en algunos momentos tuve la sensación de que cada uno de nosotros arraigó en el otro. 

Pero, de cualquier manera, ya era demasiado tarde para nosotros. 

¿Cómo podían asentarse en la tierra dos seres tan volátiles?

Así que cada uno siguió el camino que le correspondía, y no hay más que decir.

Hoy iré tarde a dormir. Te informo. Me imagino que mañana te levantarás temprano. Yo no.

martes, 31 de diciembre de 2013

H(n)acer

Que todo tiempo pasado fue mejor, o eso es lo que estamos acostumbrados a repetirnos una y otra vez, aunque la realidad es bien distinta y es que todo lo que nos rodea se encuentra en continuo cambio.
El cambio es permanente.
Todo se transforma.
Morimos y renacemos.
Y tal día como hoy, cerramos los ojos, juntamos los pies y nos asomamos al borde del precipicio del nuevo año, tal vez, (sólo tal vez) es hora de hacer balance.

Que tus labios están tan lejos como aquellas carreteras secundarias que recorrimos un verano.
Que tu mirada quedó tan ciega como el que no quiere ver más allá de dos palmos de su nariz.
Que tus palabras quedaron tan vacías como lo está mi vaso a las tantas de la madrugada.

Mis fantasmas te pueden resucitar, pero mi colección de angelitos negros me recuerda que tenemos lo que merecemos.

sábado, 7 de septiembre de 2013

Toma 4.

Podríamos hacer el verano un poco más largo,
seguir engañándonos, pensándonos que aún queda tiempo para algo,
como si fuera suficiente gasolina para todo un invierno
repostando antes de alzar el vuelo
o volando antes de que nos corten las alas.
Podríamos seguir así durante otro rato,
como siempre y como nunca antes,
haciéndonos a nuestras maneras.
Porque lo más tonto que hicimos por amor,
fue no hacerlo.

miércoles, 14 de agosto de 2013

Los días ya no son tan raros

Y es que destrozarme el corazón no fue la mejor opción, pero no puedo darle todo a quien no quiera.
Así que te dejo mi recuerdo en la frontera y me voy por donde vine con lo poco que tengo y con mi voz.

lunes, 24 de junio de 2013

Para B.

Supongo que el problema empieza
en que no te conozco tanto como
para saber interpretar tus señales.
Compartimos besos pero no vida.
Y eso hace que no encajemos en
este puzzle de medidas imperfectas.
Nos lanzamos como profesionales
a la pista de baile a deslizarnos por
un suelo escurridizo y confundimos
cada tropiezo con un fracaso cuando
en realidad, lo único que hacíamos era
aprender(nos) a bailar.
Nos acostumbramos a soñar desnudos
y olvidamos arropar el corazón.
Y un día se constipó.
Y cuando llegó la enfermedad
se acabaron los milagros, y los besos
no curaban sino que nos agrietaban
los labios.
Pero seguíamos pidiendo más,
como noveles que no saben leer las
señales de stop.
Y ahora, a mis tardes integrales
no acompañan tus desnudos.
Parece ser, que al final, nos contagiamos
de todas las despedidas que observamos
en los aeropuertos, y cogimos
el primer vuelo que viajaba
hacia atrás.
Hasta el pasado anterior a conocernos
y vestimos de olvido nuestro cuento
como si nunca hubiéramos existido,
juntos.
Pero hay una cosa que ni el tiempo
ni la ausencia pueden comprender y, es,
la intangibilidad de nuestra historia.
Que a pesar de todo, y de todos,
siempre seremos el siempre
que un día fuimos.